Ambos pertenecientes a la Segunda Compañía, encontraron la muerte durante la epidemia del Cólera que afectó al país y la Región de Valparaíso en las vísperas del 1900.
En el año 1886, el mundo comienza una de las epidemias más grandes del siglo. La bacteria Cholera Morbuses contraída por el peón Jerónimo Álvarez, primer chileno del que se tiene registro en contraer la enfermedad, quien era criado del argentino Eloy Martínez.
La epidemia azotó violentamente nuestra zona a fines del año 1886 y comienzos de 1887. La población manifestaba angustia, desesperación y miedo. La policía no era suficiente para trabajar en torno a la emergencia y el Gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda, decide convocar a Bomberos, que, como fieles voluntarios de la patria, pasan a servir a la comunidad en diversas tareas.
Los Bomberos viñamarinos -al igual que sus cófrades de Valparaíso, Santiago, Los Andes, San Felipe- debieron trabajar intensamente y codo a codo junto a otros organismos e instituciones, fundamentalmente en labores de policía: control poblacional, protección de los estanques de agua y a medida que avanzaban los contagios, en hospitales y la Cruz Roja.
En Viña del Mar, el Cuartel de la Segunda Compañía, fue utilizado como una Posta transitoria para los enfermos menos graves, debido al exceso de personas en los hospitales. Cumplieron funciones de camilleros, llevando a los enfermos a los hospitales designados; mientras por las noches, recogían restos mortales de las víctimas desde la Morgue, llegando incluso, a prestar funciones como sepultureros.
Su única finalidad, ayudar a las personas que habían contraído el mal, sin escatimar esfuerzos y sin manifestar siquiera, temor al contagio de la cruel enfermedad que finalmente terminó con sus vidas. Cataldo y Balladares, debieron ser sepultados por sus compañeros de ideal, en una fosa común destinada a las víctimas de la epidemia.
Pese a que los escasos avances de la época y a la situación sanitaria tras su fallecimiento, no ha permitido rescatar registros fotográficos, actualmente, en el Salón de Honor del Cuartel General del Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar, se resguardan las Medallas entregadas tras su muerte por la Ilustre Municipalidad de Viña del Mar.